domingo, 23 de diciembre de 2012


Colaborador: Los Domingos de Ángela Norma Michelli


En este caso no tenemos un nuevo capítulo de "La muchacha cósmica" sino dos relatos profundos y duros de la autora de los Domingos en LDU. Disfruten la lectura
Rencor (cuento)
 
Hacía muchos años que Antonia, estaba separada de su marido.
Muchas también fueron las navidades sin él.
Tampoco sabía a donde había ido a parar, tenían tres hijos casados y con familia, Antonia pasaba las fiestas con ellos.
Para esto preparaba el árbol de navidad, con un mes de anticipación, y entre compras y regalos, más los chiches para  adornos, se le pasaban los treinta días.
Pero ese año nadie vendría, la humillante situación del país, económicamente, también llegó a su familia y así los hijos se fueron yendo al extranjero uno a uno-
Difícil era ir o venir para esas fiestas, solo recibía tarjetas y saludos a granel.


La noche Buena, la pasaría sola, a pesar de haber sido invitada por amigos, no aceptó, no deseaba hacer ningún papel lastimoso.
No estaba acostumbrada a ver rostros, que no fueran los de sus hijos con sus familias, esas noches especiales.
La noche del 24 de Diciembre, justo a las doce horas, sonó el timbre de la puerta de calle, acudió al llamado y al abrir la puerta, un mensajero le entregó un ramo de rosas, al tiempo que le decía: espere señora, hay otro regalo para usted.
El joven se retiró y ella quedó esperando en el mismo lugar.
De pronto, una figura alta y delgada, vestida de oscuro se detuvo en el marco de la puerta, cuando lo vio, quedó boquiabierta.
Entonces le dijo; estoy enfermo, voy a morir y vengo a pasar las últimas fiestas contigo ¿puedo?
No puedes, ya no te quiero, ni me importa lo que te pase, si vives o mueres ¡adiós!
Diciendo esto le cerró la puerta en la cara.
Quedaron en la vereda rosas desparramadas, algunas pisoteadas y otras sin pétalos.
Entonces ella dijo: las desparramadas se parecen a mi matrimonio, frustrado, las pisoteadas a mi amor, y las sin pétalos a estas noches de fiestas, yo sin mis hijos y nietos.


Un reencuentro navideño. (Cuento)
                                         
 Perla, estaba ya terminando su arreglo con la mesa navideña lista, solo esperaba la llegada de los invitados, si se quiere algo puntuales.
 Porque la comida debe servirse a tiempo.
 Un concierto de voces y saludos, anunciaban la llegada de los comensales, ella sabía que los abuelos venían con alguien más, pero no imaginó quién era.
 Que bonito árbol dorado, dijo la abuela y el decorado de la casa, comentó alguien más es espléndido.
 Se hizo esperar unos minutos y bajó.
 Fue una salva de aplausos y saludos y allí fue cuando su abuela se lo presentó, que había venido con su hermana y su esposo o sea su cuñado.
Perla no podía creer lo que veía, nada más ni nada menos que  su perdido amor, el hermano de su cuñado Serafín.
Él buscó ubicarse junto a ella para iniciar un nuevo romance.
La velada transcurrió, tranquila y feliz,
A la hora de los regalos, Armando sacó del bolsillo un estuche y dijo, Perlita, no importa el tiempo, importa el amor que aún te tengo quieres casarte conmigo?
¡OH!, si, pero yo no te hice ningún regalo.
 No importa, ya me regalaste tu amor que creí perdido para siempre, luego me seguirás regalando cosas, serás mi compañera, luego vendrán los hijos ¿contenta?
¡Loca de contenta!


Agradecemos a la autora por su activa colaboraciones en LDU y a los lectores por seguir nuestras publicaciones.

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