domingo, 9 de septiembre de 2012


Colaborador: Los Domingos de Ángela Norma Michelli


Capítulo 7° de la novela

La muchacha cósmica

  
-Te diré según leí; en Venus, Júpiter  y Saturno, no hay agua.
-Yo te aclaro Deig, algo que tal vez tú no sepas, también habría allí trazos que podrían revelar la antigua existencia de cursos de agua.
-A mi entender, Débora, en cualquier lugar donde haya agua puede poblarse.
-Te olvidas que el habitar, depende también de la adaptación del organismo humano.
-Eso es cierto.

De pronto, en la doble cabina, brilló una luz, se oía el x- 60 segundos, al disminuir la luz se les da la señal de partida.
Debían hundirse en sus asientos para asegurarse el tirón de la misma.
Ella asustada y nerviosa, permanecía en silencio, esperando el momento.
Se cierra la puerta metálica, corrediza, la escalerilla se retrae, un leve zumbido anuncia la ascensión de la máquina, se eleva con lentitud como si flotara en el aire.

Cuando la nave ha alcanzado unos 200 metros, más o menos las 4 patas metálicas también se retraen, desapareciendo, bajo el centro del platón.
El aparato se eleva a velocidad cada vez más acentuada.
Adentro el tablero marcó el 0.
Se produjo un zumbido muy fuerte, el acelerador situado en el tablero, marcó 2 gs o sea el doble de la gravedad que la mantiene firme en la superficie terrestre.
Todos estaban perfectamente adiestrados para soportar tal presión, de manera que calmos pasaron al despegue.
La nave al ponerse en marcha, comienza  a girar sobre su eje, a gran velocidad, imperceptible, luego se mueve en sentido vertical, al llegar a una altura determinada, navega en sentido horizontal.
La aguja del velocímetro, subía cada vez más y Bágner sabía que al llegar a los 11 kilómetros por segundo la nave viajaría hacia la luna, con los motores apagados.
Alcanzó a decir por el micrófono que tenía frente a él, con una voz grave y segura:
-¿Deig estás bien, Débora y tú?
-Perfectos.
Solo respondió a media voz, ambos estaban nerviosos, esperando el pase de la aceleración a la ingravidez.
A pesar de la preparación médica, sobre  sus comportamientos, no llegarán a evitar las circunstancias negativas del pase de una cosa a la otra, o sea el gran ascenso al espacio.
 Le preocupaba su copiloto, pero más esa mujer, que era toda su pasión.
Luego de esto, el silencio y los suspiros reiterados, daban la pauta de haberlo logrado.
 Bágner lo vio llegar,
Los tres sintieron que el sillón los levantaba, pero estaban felices y gozosos.
Había desaparecido para los tres, su peso, sus cuerpos seguían la trayectoria sin propulsión, al igual a la nave que los llevaba a la luna.

Continuará…

Recuerden buscar en la lista de "Todos los colaboradores de LDU", los capítulos anteriores de esta novela, en el nombre de Ángela Norma Michelli.

2 comentarios :

Maribel G. M dijo...

Hola Luis, explícame como va ésto.
Un besito y buen día

Luis dijo...

Una breve reseña:
Débora, la protagonista de la historia, se encuentra en contacto con un hombre que le va dando indicaciones para una misión estelar.
Est tipo de contacto es a través de telepatía, luego a media que va transcurriendo la novela se encuentran y creo vislumbrar algo de romance entre ellos (tal vez, solo lo intuyo).
La misión es crear una ciudad en la Luna, pero ella, por lo que aparenta, tiene otra misión que es diferente a la de la construcción. Si bien, Débora está involucrada en el proyecto como ingeniera.